16 de julio de 2009

Waiting for Godot / Esperando a Godot - McKellen & Stewart (Londres, y 3a. parte)

La Royal Shakespeare Company (RSC) siempre ha sido un lugar lleno de excelentes actores y actrices. Actores y actrices que, con el tiempo y la mayor publicidad del cine y la televisión, se han vuelto conocidos por todo el mundo. Ian McKellen (Gandalf en El señor de los anillos o Magneto en X-Men) y Patrick Stewart (Capt. Jean-Luc Picard en Star Trek: La Nueva Generación o Profesor Xavier en X-Men) son dos de ellos.



La cantidad de horas sobre los escenarios, los premios recibidos, los trabajos para televisión o cine, son abales de la fuerza, la potencia, de estos gigantes de la escena inglesa. Ver cualquiera de las últimas interpretaciones de cualquiera de los dos, tanto para el cine como para la televisión, es asistir a una clase de interpretación, de dominio corporal y de perfección vocal. Evidentemente debe ser en versión original (subtitulada o no).

Hace muchos años que ambos son amigos, desde que se conocieron en la RSC, pero hacía mucho tiempo que no tabajaban juntos en el escenario (la saga X-Men ya los unía en las pantallas). Hasta que surgió la oportunidad de hacer "Esperando a Godot" y no se lo pensaron mucho.

"Esperando a Godot" es una obra inclasificable, sin argumento lógico que poder contar, sin acción ninguna que poder recordar, pero es una obra donde llorar y reír, y después preguntarte porqué lo has hecho, es normal y signo de buen montaje. Y, por la misma razón, es una obra que mal escenificada dan ganas de rajarse el estómago uno mismo y descuartizar tus propias tripas para acabar con el dolor (no se me ocurre ninguna imagen mejor, ¡qué pasa!).

Este no es el caso de McKellen y Stewart. Desde el momento en que apareció McKellen, en su papel de Estragón, hasta la última interpelación de Stewart, como Vladimir, para irse, fueron 2 horas y media de risas y lágrimas, de lecciones teatrales, de hombres hechos gigantes por el poder del arte.

Es difícil, para mí, precisar si he visto alguna interpretación sobre el escenario mejores que esas. He visto a El Brujo haciendo el Lazarillo de Tormes o a la Sardá haciendo cualquier-cosa-que-quiera-hacer (L'Hostal de la Glòria o Terra baixa, por ejemplo), que también son grandes interpretaciones. Pero hay una cosa que diferencia a McKellen y Stewart del resto: no parecía que estuvieran haciendo ninguna gran interpretación. En realidad, lo que parecía era que no estaban, ni siquiera, interpretando.

Ciertamente, era una superproducción. Fue un espectáculo con un escenario muy realista (la escena representaba el recodo de un camino donde hay un árbol, esmirriado y sin hojas, al cual le brotan unas hojitas verbes en el segundo acto), los cuatro actores eran de renombre (McKellen, Stewart, Simon Callow -4 bodas y un funeral- y Ronald Pickup -Prince of Persia: Las arenas del tiempo, por estrenar-), el director es uno de los más importantes del teatro inglés (Sean Mathias),... y todo eso implica dinero. Pero aún así, lo único perceptible fue la voluntad de explicar una historia, no hacer grandes interpretaciones, no tener yo más líneas que tú en el guión, ni adelantar un paso para que se me vea más que a ti (es triste pero yo he visto a gente hacer este tipo de cosas para destacar por encima de los compañeros en el escenario). Simplemente, una historia. Y ahí radicó su belleza y su perfección.

La crítica inglesa lo calificó como "Una obra que sólo se ve una vez en la vida" o "Lo-que-usted-debería-ver-esta-temporada". No exageraron.


Web de la obra: www.waitingforgodottheplay.com
Web Ian McKellen: www.mckellen.com
Web Patrick Stewart: www.patrickstewart.org

Se puede disfrutar, on-line y gratis, de otra gran interpretación de Ian McKellen en "El rey Lear", sobre una producción de la RSC. La dirección es: http://www.pbs.org/wnet/gperf/episodes/king-lear/watch-the-play/487/.


7 de julio de 2009

The Winter's Tale / Cuento de invierno - Old Vic (Londres, 2a. parte)

De todas las obras de Shakespeare hay tres obras que están consideradas como obras tardías novelescas: Cimbelino, Cuento de invierno y La tempestad. Y, de todas ellas, la más rara, absurda, inconexa, gratuita en algún momento y con elementos más inverosímiles es Cuento de invierno. Por su contenido, podría considerarse una obra de espectáculo total, ya que la tragedia, la comedia pastoril, la música y el baile se entremezclan en ella de forma perfecta en algunos momentos; pero aunque el texto no deja de ser un buen texto, la historia no es de las mejores de Shakespeare.

Y ahí es donde radica su dificultad. Una primera parte basada, casi por completo, en los celos irreflexivos, sin causa aparente y crecientes, a medida que transcurre la acción, del rey de Sicilia; una segunda que nos transporta a otra ciudad, Bohemia, que ni siquiera existe y donde la hija del rey siciliano ha acabado pasando toda su infancia sin que nadie lo sepa; una de las elipses temporales más grandes de las obras de Shakespeare, solucionada con cuatro versos de un monólogo; una muerte inverosímil por el ataque de un ocasional oso; un "happy end" raro, extraño e improbable. Todas éstas son características de la obra y conseguir un buen montaje, con todo esto en contra, es difícil.


En el Old Vic de Londres lo han conseguido Sam Mendes (director de la obra) y Kevin Spacey (director artístico del teatro) con una compañía llamada "The Bridge Project", formada por actores británicos y estadounidenses. Ethan Hawke, Sinead Cusack, Josh Hamilton, Rebecca Hall y un grandioso (y desconocido para nosotros) Simon Russell Beale conforman, entre otros, esta compañía que presenta doble espectáculo: el comentado Cuento de invierno y El jardín de los cerezos de Antón Chéjov, en una nueva versión de Tom Stoppard. Dos textos nada fáciles que, evidentemente, hacen en días diferentes.
La verdad es que no es fácil salir airoso con un texto tan difícil, como el Cuento de invierno, y en un lugar tan emblemático para el teatro inglés, como el Old Vic, pero la interpretación de Simon Russell hace que parezca todo mucho más sencillo. Él es gran parte del alma que mueve el espectáculo. Verlo es ver una cantidad de matices que sorprende, incluso siendo un idioma diferente al nuestro. Un gran descubrimiento, alguien a quién seguirle los pasos.

Y eso es mucho ya que el Old Vic es uno de los teatros más emblemáticos del teatro inglés para montajes shakesperianos y grandes interpretaciones. Gente como Sir John Gielgud, Laurence Olivier, Richard Burton, Peter O'Toole, Sir Alec Guinness, Judi Dench, Albert Finney, Sir Anthony Hopkins, Maggie Smith o Ben Kingsley han formado parte de las compañías estables del teatro y han tenido noches de gloria entre sus paredes. Increíble tuvo que ser la temporada en que Gielgud y Olivier representaron Romeo y Julieta e interpretaron los papeles de Romeo y Teobaldo, indistintamente: un día podías ir y encontrarte que Gielgud hacía de Romeo y Olivier de Teobaldo, o al revés. O el Hamlet de Richard Burton. O la temporada que tuvo que hacer Gielgud bajo la luz de las velas durante la II Guerra Mundial, negándose la compañía entera a dejar de representar obras.

Ir al Old Vic es estar en un pedazo importante de historia teatral que ni guerras, ni gobiernos de diferente signo, ni la televisión, han podido hacer desaparecer. Ver una obra teatral allí es experimentar un acto ceremonial tal y como debería ser ir al teatro: un escenario imponente, un buen texto, una buena interpretación y un público atrapado por los actores. Y todo en el más absoluto de los respetos.

6 de julio de 2009

Shakespeare's Globe (Londres, 1a. parte)

Hablar del Shakespeare histórico lleva asociados varios nombres Ben Jonson, Christopher Marlowe,... y, por supuesto, The Globe. The Globe fue el teatro en donde se estrenaron las obras de Shakespeare, primero bajo el nombre de Lord Chamberlain's Men y después como The King's Men. Obras como El rey Lear, Ricardo III, Macbeth, Mucho ruido y pocas nueces, Hamlet u Otelo tuvieron su noche de estreno en este teatro.

Evidentemente, después de cuatro siglos y muchas cosas vividas, el actual Globe ya no es siquiera el mismo que aquél en que se estrenaban los textos de Shakespeare (primero fue consumido por un incendio, vuelto a construir, destruido por el puritanismo inglés del s. XVII y reconstruido, finalmente, en 1997 un poco más cerca del río que el emplazamiento original), pero en lo que sí es lo mismo es en el hecho teatral tal y como era en la época isabelina: actúan de tarde (o de noche pero con focos potentes para simular la luz diurna, no para enfocar a los actores) viendo perfectamente las caras de todo el público, sin aparatos artificiales como efectos, focos o sonidos pregrabados, con lluvia o sol, con el público de platea en pie durante toda la representación sin asientos donde sentarse, con vestuario isabelino como única referencia histórica, nada de decorados más que unas columnas, y todo al aire libre (con lo que molestan los pájaros, helicópteros o una sencilla llovizna). Puede parecer que no tiene tanta importancia, pero, para un actor o una actriz, una representación en estas condiciones puede transformarse en una auténtica pesadilla.

Pero, seguro que al final, todo merece la pena porque ya sólo estar allí, en medio del teatro, y mirar hacia el escenario, te transporta hacia otras historias, las de los dramas de Shakespeare leídos o vistos en otros lugares del mundo. Nos podemos imaginar fácilmente a Hamlet recitando su famoso soliloquio, o a Julieta subida a la parte alta (la divina) del escenario asomándose al "balcón" para ver a Romeo, o MacDuff matando a Macbeth en lucha encarnizada de espadas, a
Richmond persiguiendo a Ricardo III mientras éste grita "¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!". Evidentemente, ahora existen diferencias en cómo las representaban antes: los hombres no son los únicos que pueden actuar, se utiliza todo el teatro como escenario (mezclándose, así, los actores con el público), hacen sesiones nocturnas,... pero mantienen el espíritu de la época isabelina.

Fue una lástima que no pudiéramos asistir a ninguna representación pero, como parte de nuestro fin de semana en Londres, ésta era la primera parada inevitable. Nos ambientamos, aprendimos, nos sorprendimos de lo precioso que es el Globe, me emocioné de imaginar poder subir a ese escenario (por supuesto, no nos lo permitían) y nos preparamos para lo que vendría después: The Winter's Tale en el Old Vic y Waiting for Godot con Ian McKellen y Patrick Stewart encabezando el cartel.


3 de julio de 2009

Ricardo III

Desde que descubrí la frase "¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!" me fascinó ese personaje feo, jorobado y con una mano inútil; y de eso hace ya muchos años. Fue la segunda obra de teatro que leí de Shakespeare (después del inevitable y más famoso Hamlet) y me quedó grabado en la memoria las intrigas, trampas, traiciones y engaños que se suceden, casi sin parar, en la obra.


Evidentemente, por aquel entonces no llegué a entender todos los tejemanejes de Ricardo de Gloucester porque se necesita un poco de experiencia en la vida para poder llegar a entender todas las cosas de las que es capaz de hacer el ser humano para conseguir sus objetivos. Por ejemplo, el ascenso en una gran empresa, la obtención de una jugosa herencia o la lucha de egos de los actores teatrales mismo (por supuesto, con menos dosis de sangre, por favor).

Shakespeare, que también tenía que comer, se pone al servicio de la dinastía reinante en su época para escribir sobre un Rey Ricardo que no se adapta al histórico y que dibuja con todos los horrores posibles para legimitar a dicha dinastía en el trono, que reivindicaron con una excusa más bien tirando a pobre.

Escenas como la 2ª del 1er. acto o la 4ª del 4º acto, donde Ricardo se enfrenta a dos mujeres (a una mató a su marido; a la otra, a sus dos hijos) y a la primera consigue conquistarla para que se case con él y a la segunda le arrebata una promesa para que medie entre él y su hija (hermana de los príncipes que asesinó) para casarse con ella, son escenas de sutileza, de engaños, de sentimientos encontrados, díficiles de interpretar y, por ello, retos de altura.

Ahora tengo la oportunidad de estudiarla con más profundidad, de participar en un mes de trabajo basado en Ricardo III (a las órdenes de Pilar Plà, a partir del lunes que viene) y las ganas se me comen por dentro.

Comentario sobre la obra: http://www.biografiasyvidas.com/monografia/shakespeare/ricardo_iii.htm
Biografía de Ricardo III (histórico): http://es.wikipedia.org/wiki/Ricardo_III_de_Inglaterra