Un móvil es al teatro lo que los anuncios televisivos al cine. El guionista nunca escribe el guión de la película pensando "¡Eh!, aquí irán los anuncios.", ni un director idea todo un rodaje en función de ellos, ni mucho menos un actor, su interpretación.
Así, un dramaturgo o un director escénico no trabajan en función de los teléfonos móviles. Ni un actor tampoco. Pero el problema que tiene el actor, o actriz, es mayor que el de todos los demás (sean del teatro o del cine) juntos: él o ella están encima del escenario y lo oyen y se desconcentran y ya nada es igual porque ya has notado la falta de respeto por tu trabajo.
Por propia experiencia (el año pasado nos sonaron tres móviles en una sola representación) puedo decir que después del sonido de un móvil en la sala, nada es igual. Lo único que piensas durante los siguientes minutos es: "¿Volverá a sonar otro?"; y para cuando te puedes quitar la idea de la cabeza, ya ha pasado media obra. Y, al acabar, comentas con otros compañeros: para eso trabajamos durante meses ensayando, para eso te concentras antes de salir, para eso te dejas la piel en cada representación.
Eso mismo le pasó a Huck Jackman (de ahí su aparición en el título de la entrada) y paró la obra. Claro que él es una persona famosa y se puede permitir hacer algo así. Si lo hiciera alguno de mis compañeros o yo, que no nos conoce nadie, nos dirían que tenemos los humos subidos y que es poco profesional. Y conste que no es una queja pues, desde que ví el video, Huck Jackman me cae mejor, aunque ya me cayera bien y me gustara como actor.
Aquí enlazo el video del momento:
Huck Jackman y Daniel Craig durante el suceso (TmZ.com).
Y lo peor de todo es que hace años que, antes de empezar una representación, se oye la ya clásica grabación que dice, mas o menos: "La representación está a punto de comenzar. Rogamos que apaguen los teléfonos móviles y cualquier aparato electrónico. Gracias.". Y, aún así, todavía suenan.
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